viernes, 18 de enero de 2013

Historias en blanco y negro


Subíamos en verano y era mágica, cuando volvíamos en invierno su rostro había cambiado...era increíble.

Siempre nos recibía con los brazos abiertos, era como una peregrinación y nosotros sus romeros siempre fieles a la cita.

Las vacas, los caballos, las ovejas, los mastines y demás fauna eran y siguen siendo sin lugar a dudas los principales moradores de estos lugares, no soy capaz de imaginar una noche veraniega en el Chegu sin sentir el murmullo de sus cencerros o el ladrido disuasorio de aquella mastina.

La primera canadiense con aquellos mástiles de "fierro" , aquellos sacos de dormirrr de 2.000 pesetas del Pryca, la cocinilla de gas, las chirucas de toda la vida...la verdad que disponíamosos de un material de primerísimama calidad.

Que sera de Javier el de Piedracé ? hace muchos años que no lo veo, era el "guía" el ermitaño, el cherif del macizo...cuantos historias nos contaba, Berto con apenas 10 o 12 años lo escuchaba boquiabierto.

Recuerdo la movida del Aconcagua, expedicion patrocinada por la federación y Javier a su bola, sube al centinela y cuando baja a Plaza de Mulas no lo creen y pa`arriba otra vez, un fenómeno.

Su compañero inseparable: el Duque, precioso pastor belga que adoraba a javier, era uno mas...comía de su comida, bebía su agua. Cuando Javier se enrriscaba por la peñasca, el Duque se convertía en el fiel guardián de sus cosas, no era un perro agresivo, todo lo contrario...cariñoso,juguetón pero las cosas de Javier ¡ ni tocarlas !

Manolo el de las cabras, gran paisano y conocedor de todos los entresijos de estos peñascales, gracias a él aprendí unos cuantos "pasos" por las zonas altas del Meicin.

Fernando el de Tuiza y su mujer, que grandes...recojiamos la llave del refugio en su casa previo pago de la pernocta por montañero y noche. Era el antiguo, el de la cocina de carbón, el de la inmensa mesa en la cocina-comedor que mas de una vez hizo las veces de camastro improvisado, las literas en el piso superior y aquella "puta escalera" para subir al dormitorio ático de la parte de arriba.

La cocina


La cocina tenia truco, en cierta ocasión después del porteo desde Tuiza asomamos nuestros caretos por la puerta del refugio y observamos que esta bastante concurrido. Un grupo de chicos y chicas estaban acomodándose para acometer un fin de semana en el corazón de los Alpes Tuizos, era últimos de otoño y ya hacia bastante frío. Siempre que llegábamos, lo primero que hacíamos era encender la cocina e intentar caldear aquel jelido lugar...en esta ocasión estos "jóvenes montañeros" ya se habían puesto manos a la obra, pero aquello no iba.


Nuestra experiencia con este "electrodoméstico" era muy amplia y en menos de un cuarto de hora, la chapa ya empezaba a ponerse coloradina...el ambiente se iba tornando cada vez mas acogedor, cada cual preparando su cena, calentando cosas...nosotros preparamos un conejo al ajillo !!!

En un momento dado una de las chicas se dirige a mi y me suelta: oiga, como se regula la intensidad del fuego ? Como decía mi amigo el Garban ¡ estos el manual de los jóvenes castores ni en pintura !

Aquella noche fue epica...estos intrepidos aventureros disponian de dos guitarras que enseguia empezaron aporrear... nosotros disponiamos de una botella de JB y otra de orujo, el repertorio fue de lo mas variado demostrando mas de uno sus dotes para la lirica, era de aquellas noches que la "puta escalera" se convertia en un via de escalada de lo mas exijente.
 
Aquella cocina "tiraba" muchisimo, yo le habia puesto una piedra en la salida de humos y solo unos pocos conociamos de su esistencia. Quien no lo supiera le iba a costar muchismo encenderla. El combustible solido (carbon) lo subia Fernando desde Tuiza con un caballo, tambien subia algo de leña para "arrancarla" 

Era cuando hacia recuento de personal y casi nunca le salian las cuentas, miraba la libreta donde apuntaba la jente que pasaba por "taquilla" y nunca coincidia con los habitantes del refugio...cosas de la memoria Fernando !


Continuara....
 
 






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